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El papa Francisco: ´Mi corazón estuvo en Luján estos días´

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11/05/2017- “Quisiera enviar un saludo desde aquí a los fieles de mi patria, que hace dos días celebraron la Solemnidad de la Patrona de la Argentina, Nuestra Señora de Luján. Mi corazón estuvo en Luján estos días. Que el Señor los bendiga”, dijo esta mañana el papa Francisco en su saludo a los peregrinos de lengua española, finalizada la catequesis de este miércoles que dedicó a reflexionar sobre María como Madre de la esperanza.

 

Ciudad del Vaticano: “Quisiera enviar un saludo desde aquí a los fieles de mi patria, que hace dos días celebraron la Solemnidad de la Patrona de la Argentina, Nuestra Señora de Luján. Mi corazón estuvo en Luján estos días. Que el Señor los bendiga”, dijo esta mañana el papa Francisco en su saludo a los peregrinos de lengua española, finalizada la catequesis de este miércoles que dedicó a reflexionar sobre María como Madre de la esperanza.

“Ella pasó también por momentos muy difíciles. No era fácil responder con un «sí» al anuncio del Ángel y recibir en su seno el misterio de la Encarnación del Hijo de Dios”, explicó el pontífice y agregó: “En este sentido, destacó que María era una mujer valiente. María, continuó el Papa, “se nos aparece en ese instante como una de tantas madres de nuestro mundo: valiente hasta el extremo cuando se trata de acoger en el vientre la historia de un nuevo hombre que nace”.

Francisco explicó que en el “sí” de María, reside un rasgo que debe caracterizar la vida de todo cristiano: la confianza en Dios. “Aquel ‘sí’ es el primer paso de una larga lista de obediencia que la acompañará en su itinerario de madre”.

“María no es una mujer que se deprima ante las incertidumbres de la vida, especialmente cuando nada parece ir a nuestra manera. Tampoco es una mujer que proteste con violencia, arremetiendo contra el destino de la vida que a menudo revela una cara hostil”.

Por el contrario, “es una mujer que escucha, que acoge la existencia, así como esa se entrega a nosotros, con sus días de felicidad, pero también con sus tragedias con las que nunca habría querido encontrarse”. En este itinerario, María, como madre, pasó por varias “noches”, hasta “la noche suprema que es cuando su Hijo es clavado al leño de la cruz”.

Hasta el día de la cruz “María había permanecido casi desaparecida de la trama de los Evangelios”. “Pero María reaparece justo en el momento crucial: cuando gran parte de los amigos de su hijo han desaparecido por el miedo”. “¡Las madres no traicionan!”, exclamó el Papa. “Y en aquel instante, al pie de la cruz, ninguno de nosotros puede decir quién sufría una pasión más cruel: aquel hombre inocente que muere en el patíbulo de la cruz, o la madre que sufre una agonía acompañando los últimos instantes de la vida de su hijo”.

Por último, el Santo Padre señaló que a María “también la vemos al comienzo de la Iglesia, junto a los discípulos de su Hijo, acompañándolos y animándolos como madre de esperanza, en medio de aquella comunidad de discípulos tan frágiles: uno de ellos había renegado, muchos habían escapado, todos tenían mucho miedo”.

“Simplemente, María estaba allí, en la más normal de las maneras, como si fuese algo del todo natural: en la primera Iglesia, tras la luz de la Resurrección, pero también en el temor de los primeros pasos que debía dar en el mundo”.

“No somos huérfanos, tenemos una madre en el cielo: la santa Madre de Dios”, concluyó el Papa su catequesis.

Fuente: Agencia Informativa Católica Argentina (aica.org).

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