Maradona: “10 metros”

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Creo que esa era la distancia en la que estuve más cerca de Diego. Me remonto al año 1983; el escenario, los pasillos de la Bombonera que daban a la zona de vestuarios. Jugaban Boca vs Racing; a mí me tocaba cubrir todo lo relativo al equipo visitante, para la transmisión de Futbol Color que lideraba Miguel Ángel De Renzis por Radio Del Pueblo.

Aquella tarde regresaba de visita al estadio xeneise  el mismísimo Maradona, luego de haber salido campeón en 1981 con la azul y oro; y por ese entonces ya triunfando en tierra Europea.

En la previa del partido, de pronto quienes estaban cerca mío giraron la cabeza hacia un costado; y allí lo vi a él, vestido de elegante sport, único, inconfundible, cercano al camarín local y perdiéndose luego entre la gente, para ingresar al campo de juego y recibir una de las tantas ovaciones.

Ahí sentí que había estado con él, nunca lo conté antes, pero en realidad por esos metros que nos separaban ni siquiera lo pude saludar.

Eso sí, logré achicar la distancia de la primera oportunidad que lo supe observar en una cancha.

De repente, viene a mi memoria esa jornada calurosa del debut con la camiseta de Boca frente a Talleres, en la que yo fui testigo, desde la segunda bandeja del estadio, acompañando a varios amigos, hinchas boquenses que me invitaron para esa ocasión.

Por ese entonces, ya sabíamos de sus genialidades, ya habíamos disfrutado de aquella obtención del mundial juvenil en 1979; para el que madrugábamos bien temprano y veíamos los encuentros antes de ir al cole o nos rateábamos la primera hora, para no perdernos nada.

¿Y después qué? Todo lo conocido, todo lo que se sabe. Como dice la canción “de cebollita soñaba jugar un mundial y consagrarse en primera”. Y por cierto, que consiguió eso y mucho más.

Superó los obstáculos que le presentaron los poderosos; como gambeteó, mejor que nadie, la presencia de todos sus rivales.

Llevó al Nápoli a un lugar que nunca antes se hubiera imaginado. El Sur pobre de Italia, al fin pudo con la riqueza del Norte.

Los ingleses se rindieron a sus pies, abdicando ante la mano de Dios y el mejor gol de todos los mundiales.

Emociones y recuerdos inolvidables.

Volviendo al tema que popularizo Rodrigo “sembró alegría en el pueblo, regó de gloria este suelo”.

¿Qué más se puede agregar a todo lo que ya se ha dicho?.

Vuelvo a pensar en su partida y lloro nuevamente, en silencio, sin que nadie me vea.

Yo, un humilde periodista, que releo en cuanta oportunidad tengo, aquel cuento del gran Eduardo Sacheri “Me van a tener que disculpar”.

Yo, que recuerdo aquella frase memorable de un maestro “El negro” Fontanarrosa “No te juzgo por lo que hiciste con tu vida, te amo por lo que hiciste con la nuestra”.

Yo, que al igual que millones, fui feliz gracias a él, aún en los momentos más difíciles.

Claro que me hubiera gustado hacerle nota, tener una foto o simplemente un autógrafo; pero me alcanza y sobra con todo lo que recibí del Diego, aunque la vez que lo tuve más cerca hayan sido 10 metros.

Alfredo Atilli: Periodista y relator deportivo.

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