Maradona: «¿Qué significa Maradona?»

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La ciencia política en las últimas décadas nos presenta el concepto de significante vacío, elaborado por el pensador argentino Ernesto Laclau. El significante vacío es básicamente un concepto amplio que significa muchas cosas pero no tiene un significado específico.

El contenido de ese significante no está predeterminado y depende de quien lo interprete y del contexto donde se aplique. Es decir que conlleva una representación amplia, heterogénea y diversa.

Aplicado a la política, el significante vacío demuestra que determinados procesos pueden tener vertientes ideológicas disímiles, como por ejemplo el populismo, que puede interpretar demandas de izquierda o de derecha pero comparte características en la construcción de liderazgos, o en el modo de hacer política desde el Estado.

Podemos pensar a Maradona haciendo un análisis desde el concepto de significante vacío, siendo una figura que condensa tantos significados como intérpretes.

Es un personaje inconmensurable, la máxima representación del deporte más pasional del planeta, que desde el subsuelo de nuestra Patria alcanzó niveles de exposición que desbordarían la existencia y la cordura de cualquier persona promedio.

Maradona es el mayor significante de nuestro país, que nos sintetiza en sus grises, claros y oscuros. Un hombre con definiciones que no ha sido ajeno a la historia, que con aciertos y errores ha tomado partido y posturas.

Un ídolo que podría haber descansado en el reconocimiento, y sin embargo, no tuvo una posición cómoda ante las dicotomías del mundo. Como suele ocurrir con quienes toman posición ha quedado expuesto a contradicciones y críticas. La frialdad de las estatuas no fue su característica.

En esta descripción Maradona ha sido la máxima estrella del deporte, el hombre que hizo justicia en un mundial contra Inglaterra, el que le dió sentido a la vida de millones de postergados por su talento e irreverencia,  el más polémico y ocurrente en sus declaraciones, el más arriesgado frente al poder establecido, y también el más juzgado -muchas veces con razón- por su vida privada.

No se pretende aquí seguir interpretando su vida, o si el peso de sus conquistas se encuentra empañado por otras cuestiones. Se trata de poder interpretarlo como significante vacío, en la inmensidad de su figura donde en una década de esplendor lo dejó impregnado en la historia.

Significó desde Napoli la lucha del postergado Sur de Italia, es bandera para nuestra causa Malvinas, es la disputa permanente por la justicia de los más humildes y el cuestionamiento al status quo. A todos esos significados que representa les puso el cuerpo y la palabra, ese es su valor y reconocimiento.

Maradona se fue y nos queda significando, despertando amores y odios, siendo abanderado de múltiples causas y utilizado hasta el cansancio en otras que ni siquiera eligió.

Una figura en un cuerpo desbordado, a quien se disputaron muchos en términos deportivos, económicos, personales y políticos. Un humano convertido en semidiós, exprimido por un sistema que lo necesitó y lo desechó por igual.

Se termina una era y comienza la construcción del mito, donde no se podrán saldar los debates pendientes, pero seguramente se priorice su escala de leyenda. Una leyenda popular que alegró a millones que no tenían otros motivos para sonreír que verlo jugar a la pelota.

Abel Rausch: Licenciado en Ciencia Política – Secretario General de la Intendencia del Municipio de Luján – Ex- presidente del Partido Justicialista de Luján.

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